Ocultismo Nazi

Muchos dicen que una de las razones por las que el partido Nazi creció tan rápido y estuvo tan cerca del dominio global fue debido a sus profundas raíces esotéricas y la obsesión de sus líderes con el ocultismo. Y no solo eso, siempre se ha hablado de una guerra paralela que enfrento a Nazis y aliados, una guerra "mística" en donde las armas y el campo de batalla está lejos de la comprensión de los seres humanos comunes y corrientes, pero tal vez fue decisiva a la hora de definir al vencedor de tan cruenta guerra.

Parte fundamental de esta historia es la misteriosa "sociedad Thule" fundada por Rudolf von Sebottendorff (estudioso de ocultismo, alquimia y demás disciplinas esotéricas) en agosto del año 1918. Muchos alemanes de alta posición pertenecieron a ella, además de ser una de las primeras agrupaciones en usar la esvástica como su símbolo.

La idolología de la Sociedad Thule (que luego adoptaría el Nazismo) se basaba en la idea de que ciertos sacerdotes de la Atlántida se salvaron durante la destrucción de la misma y consiguieron huir hasta un refugio en el Tíbet y que estos eran los ancestros de la raza "aria" y además eran la clave para volver a estar en contacto con poderos superiores y crear así al "superhombre" (ese hombre que mantendría el tercer Reich por mil años).

Una vez en el poder, muchos miembros de las altas esferas nazis fueron miembros de la Sociedad Thule y de otras órdenes esotéricas, sobre todo en la SS. El comandante en jefe de las SS, Heinrich Himmler, era un ávido estudiante de las ciencias ocultas; e incluso creó un departamento de investigación de lo oculto, la "Ahnernerbe" (Herencia Ancestral) que fue establecida en 1935 con el Coronel Wolfram von Sievers a su cabeza. Estos investigadores fueron los encargados de buscar las reliquias y lugares míticos que obsesionaban a Hitler. Entre las los muchos objetos místicos que fueron buscados incesantemente, destacan; el santo grial, el bastón de mando, el martillo del dios Thor, el arca de la alianza, entre otros, además estas expediciones también fueron enviadas a lugares que podían guardar secretos ancestrales como la gran pirámide (que supuestamente guarda el secreto de la inmortalidad) y si esto fuera poco basta con recordar que Hitler desde que tomo el poder y hasta el momento de su muerto tuvo consigo la famosa lanza de longinos.

La creencia de la cúpula del poder nazi en estas supersticiones llevó a los líderes de las SS a adornar sus emblemas con runas de orientación nórdica: el signo original de las SS es la runa llamada Sowilo. Otra de las maneras de imponer esta pseudo religión fue educar a los jóvenes de las Juventudes Hitlerianas en la antigua religión de Wotan e incitar a los miembros de las SS a seguir una serie de ritos llegándose a establecer entre los miembros de las SS unas bodas basadas en esta nueva religión. Cuando los Aliados descubrieron la importancia que los nazis daban al esoterismo, sobre todo entre los altos mandos, crearon, dentro del MI5, el Departamento Ocultista, contratando como asesor al mismo mago oscuro Aleister Crowley.

Johann Dietrich Eckart fue uno de los primero fundadores del partido nazi y gran creyente de las sesiones espiritista, siendo en una de ellas donde se le profetizaba la llegada de aquel que salvaría a la gran raza aria, ese "Mesías" seria Adolf Hitler. Dietrich, el hombre que dijo "Yo he iniciado a Hitler en la Doctrina Secreta, he abierto sus centros de visión y le he proporcionado los medios para comunicarse con los poderes" se volvió su mentor. Pero Diterich no llegaría a presenciar los avances que en esta materia alcanzaría su diabólico discípulo, ya que moriría en 1923.

Era tanta la afición de los jerarcas Nazis por el ocultismo, que Hitler, Himmler, Hess y Goebbels, eran incapaces de llevar a cabo una decisión política, sin consultar con sus astrólogos y videntes además de envolver cada vez más a al Alemania nazi en diversos y oscuros ritos paganos los que según Hitler y sus comandantes llevarían a este Reich al dominio del mundo.

Himmler, el segundo hombre más importante en el Reich, se había entregado al espiritismo, las ciencias ocultas y la astrología desde el final de su adolescencia, dándole la espalda al catolicismo. Creía que era la reencarnación de Enrique el Cazador, fundador de la casa real de Sajonia, y del estado Alemán, consecuentemente. Todo esto fue incorporado a la religión que les impondría a las SS. Otra de las acciones encaminadas a la exaltación de las tradiciones germanas, es el intercambio de las fiestas cristianas por fiestas germánicas. Himmler incursionó en ocultismo a través de sus estudios del Santo Grial, y fue un partidario de la Thule. Era tal el afán de Himmler de que las SS tuvieran al personal más puro de Alemania, que se dio a la tarea de purgarla, reteniendo únicamente a aquellos que pudieran comprobar que su origen se encontraba libre de judíos o razas inferiores hasta 1750, además de que tenían que tener las mejores características físicas germanas. Una vez que el aspirante cubría los extensos requisitos, se le entregaban el uniforme negro de las SS con la calavera plateada y una daga ceremonial.

Si todo esto fuera poco, cercanos al Führer afirman que este era un verdadero nigromante (mago negro), y que solo bastaba con estar en su presencia para perder el libre albedrio, lo que también se hacía vigente en sus famosos discursos públicos en donde solo con sus palabras ponía a toda la audiencia en un estado de fervor y obediencia asombroso.

Como se pudo apreciar el ocultismo era parte fundamental en el partido Nazi, en especial por parte de los líderes del partido, quienes fundamentaron toda su ideología en estas creencias y estuvieron seguros de que la práctica de los ritos o el uso de diversos amuletos (o reliquias) les aseguraría el triunfo, los aliados no se quedaron atrás en este tema creando un sin número de agencias que estudiaban temas esotéricos que podrían ser usados a su favor, quien sabe si estos temas fueran determinantes o no, pero lo que es seguro es que la segunda guerra mundial sigue guardando una gran cantidad de misterios aun sin resolver.